martes, 31 de enero de 2017

II JORNADA GASTRONÓMICA CULTURAL DEL ANTIGUO EGIPTO DÍAS 3, 4 Y 5 DE FEBRERO

EL AMOR Y LA JOYERÍA EN EL ANTIGUO EGIPTO

En el Mes del Amor, hemos observado lo importante que es para vosotros el Amor. Con dicho motivo hemos organizado un ALMUERZO TEMÁTICO sobre el AMOR Y LA JOYERIA en el mundo Faraónico, acompañado por Almuerzo Temático y posteriormente Taller de Joyería Egipcia personalizado.
Las plazas son limitadas y si haces tú reserva antes del 2 de Febrero te obsequiamos con una Cerveza Artesana Volaera de bienvenida

A menudo, cuando oímos o leemos cosas que hacen referencia a la antigua civilización egipcia, estas están más relacionadas con la política, como las grandes campañas expansionistas, los reinados de diferentes faraones o la religión, donde podemos incluir los estudios sobre los grandes complejos funerarios y los grandes templos como el de Karnak, o la mitología egipcia. Pero pocos son los artículos que nos hablan sobre la vida cotidiana del pueblo egipcio: ¿Cómo eran sus casas?, ¿cómo era la educación de los hijos?, ¿cómo se alimentaban? En este artículo, intentaremos responder a esta última pregunta, y así podremos saber un poco más acerca de la vida cotidiana en el Antiguo Egipto, en este caso concreto, sobre su alimentación.
Graneros del Ramesseum, templo de Ramsés II. Orilla occidental de Luxor - Sheikh Abd el-Qurna.
Graneros del Ramesseum, templo de Ramsés II. Orilla occidental de Luxor – Sheikh Abd el-Qurna.
Al contrario de lo que podemos pensar, era muy difícil pasar hambre en el Antiguo Egipto, a no ser que el Nilo no creciera lo suficiente como para anegar todas las tierras de cultivo o las plagas devoraran las cosechas. Lo normal es que toda la población egipcia estuviera bien nutrida, puesto que la sociedad promovía compartir el alimento, realizar comidas comunes… Además, el Nilo aseguraba que Egipto fuera un gran granero, pudiendo incluso guardar excedentes en silos y almacenes, organizados por la administración real los años en los que la cosecha era muy abundante, previniendo así posibles hambrunas.
Imagen que explica de forma sencilla el ciclo de crecidas y cosechas de Egipto
Imagen que explica de forma sencilla el ciclo de crecidas y cosechas de Egipto
En lo referente a la alimentación, son las tumbas las que nos proporcionan información sobre la dieta que seguían los egipcios, gracias a las Listas de ofrendas, donde encontramos la lista de los alimentos necesarios en el Más Allá. La dieta principal de los egipcios estaba formada por pan y cerveza de farro y de cebada malteada, puesto que estos cereales eran los más comunes en la agricultura egipcia.
Representaciones en la tumba de Menna de las ofrendas de alimentos
Representaciones en la tumba de Menna de las ofrendas de alimentos
En lo que se refiere al pan, podemos encontrar multitud de variedades, las más simples, con harina, agua y sal o algunas variedades dulces con miel y dátiles, realizadas al horno de cerámica. Tenemos que tener en cuenta, que el pan egipcio era arenoso, puesto que muchas veces el cereal no se trillaba adecuadamente y quedaban restos de arenilla, suceso que explica por qué la mayoría de los egipcios ancianos tenían mellados los dientes. El otro alimento esencial en su dieta, la cerveza, era la bebida preferida de los egipcios. Los procesos de elaboración más sencillos consistían en mezclar unas migas de pan a medio cocer con agua, y dejarlo fermentar hasta que alcanzara el grado de alcohol deseado. Había muchos tipos de cerveza: cerveza común, dulce, espesa, fuerte… Pero lo más común es que la cerveza fuera rebajada con agua, puesto que esta se daba a los trabajadores como pago de su salario, y si era muy fuerte, podía influir en que el trabajador no desempeñara sus obligaciones de la manera adecuada. En cuanto a su consumo, incluso los niños tomaban cerveza para almorzar.
Esculturas de madera, que representan el proceso de fabricación de la cerveza
Esculturas de madera, que representan el proceso de fabricación de la cerveza
El vino, era considerado un artículo de lujo para ocasiones especiales. El mejor vino de Egipto se producía en la región de El Fayum o en el Delta, pero también se apreciaban vinos importados de otras regiones como Canaán. Las tinajas o ánforas donde se guardaba el vino, estaban marcadas con la procedencia de las uvas, a modo de sello distintivo o firma. También se producían vinos dulces derivados de higos, dátiles o granadas.
Relieve en el que podemos observar la recogida de las uvas y la fabricación del vino
Relieve en el que podemos observar la recogida de las uvas y la fabricación del vino
En Egipto, abundaba la producción y el consumo de verduras: cebollas, ajos, pepinos, lechugas… También legumbres como habas, garbanzos o lentejas. Y entre las especias destaca el cilantro y el comino. La carne de ternera era muy cara, y la gente común apenas la comía. Estos animales se utilizaban para la producción de leche o como animales de tiro, pero se consumía carne de animales más pequeños como ovejas, cabras o cerdos, documentado en lugares como Deir el-Medina, donde se han hallado vestigios de crianza de grandes piaras.  También era muy popular la carne de ave, destacando la de ganso y pato, las cuales solían comerse a la parrilla, asadas o guisadas. Otro producto, muy importante, obtenido de las aves, eran los huevos, uno de los más populares entre los egipcios era el huevo de avestruz, que aprovechaban no solo como alimento, sino como cuenco.
Dibujos de escenas de la tumba de Ramsés III en el que se ve la panadería real
Dibujos de escenas de la tumba de Ramsés III en el que se ve la panadería real
La mayoría de la población, sobre todo la que vivía a orillas el Nilo, basaba su dieta en el pescado, alimento prohibido a los sacerdotes antes de algunas ceremonias. La mayoría de este pescado, era cogido en barcas de papiro con redes, sedales con anzuelos o con trampas para peces. El pescado era un alimento muy duradero, puesto que aquel que no se consumía de inmediato era secado o salado para conservarse mejor. Los peces más comunes eran carpas, percas, siluros o mújoles.
Imagen que muestra la caza y pesca en el Antiguo Egipto
Imagen que muestra la caza y pesca en el Antiguo Egipto
En lo que respecta a las comidas, podemos decir que había grandes diferencias entre la clase pudiente y la población común. El pueblo llano, es decir, el 90% de la población, comían dos veces al día: un desayuno en el que tomaban pan y cebollas dulces; y una comida principal que realizaban a media tarde. La mayoría basaban su dieta en pan, cerveza, pescado, hortalizas y verduras que ellos mismo podían producir. El consumo de carne que realizaban era escaso, y con suerte si vivían cerca de un templo podían consumir la carne restante de los sacrificios que los sacerdotes repartían entre la población cercana. Los artesanos y funcionarios tenían un poder adquisitivo más alto, y a la dieta base de la población común podían añadir el consumo de carne de oveja, cabra y cerdos, criados por ellos mismos.
Imagen de la tumba de Nefertari en el que se representa una ofrenda de alimentos
Imagen de la tumba de Nefertari en el que se representa una ofrenda de alimentos
La gente pudiente comía, además de la dieta básica, carne de ave, carnero, y buey, un animal reservado solo para la gente muy acaudalada, y bebían vino, producto muy exquisito. Normalmente las clases privilegiadas realizaban tres comidas en lugar de dos. Y mientras que la gente común no solía tener mobiliario y comían en esteras, la gente pudiente comía en mesas repletas de alimentos. La mayoría de la población tenía platos, cucharas, cuencos y jarras, pero lo cierto es que parece ser que la mayoría de los alimentos se comían con los dedos. De vez en cuando, los faraones realizaban grandes banquetes con cocineros,  cerveceros y demás personal cualificado, en los que se podían comer todo tipo de guisos y manjares, acompañados por música y danzas, puesto que valoraban mucho la gastronomía.
Imagen en la que podemos observar uno de estos grandes banquetes, donde jóvenes mujeres repartían alimentos.
Imagen en la que podemos observar uno de estos grandes banquetes, donde jóvenes mujeres repartían alimentos.
Para finalizar este artículo, podemos decir, que aunque existían grandes desigualas entre la dieta de los diferentes estratos de esta sociedad jerarquizada, lo cierto es que la alimentación en Egipto no representaba un problema, puesto que a nadie le faltaba un poco de pan y cerveza que llevarse a la boca.
ARTICULO DE MARÍA GONZALEZ RODRIGUEZ
RESERVAS AL TF: 655.56.00.22

martes, 24 de enero de 2017

HISTORIA, JORNADA-MENÚ DE LA COCINA MADRILEÑA DIAS 21,22,27,28 Y 29 DE ENERO

LA GASTRONOMÍA DE MADRID
DIAS 21,22,27,28 Y 29 DE ENERO

MENÚ MADRILEÑO

ENTRANTES

COCIDO MADRILEÑO 

LECHE FRITA

HISTORIA DE LA GASTRONOMÍA DE MADRID

La gastronomía de Madrid no empieza a ser conocida hasta finales del siglo XVI cuando Felipe II instala la capital en la villa de Madrid.
Su base es la gastronomía castellana,  la cual es propia por su cultura y origen al común de las otras provincias de Castilla. En esta época empezó probablemente el estilo de mesón popular que hoy en día todavía permanece en la cocina madrileña, las gallinejeras friendo en la calle y las cantinas sirviendo vinos. Algunos de los mesones típicos de hoy en día datan del siglo XVIII: por ejemplo la Casa Botín, de rancio sabor castellano, se estableció como posada ya en el año 1725, o la Posada de la Villa, que data de 1642. De esta época cabe destacar el nombre de cocineros tales como Mateo Hervé y Juan Bautista Blancard.
El establecimiento de la Corte hizo que existiesen dos gastronomías: la cortesana y la popular.
La cocina de la corte hizo que apareciesen las lujosas cenas, además de nuevos ingredientes provenientes de las lejanas colonias, tal y como puede suponerse del chocolate (la corte del siglo XVIII se hizo pronto aficionada a este producto), el café, etcétera. En el año 1607 el comerciante Pedro Xarquíes vende nieve de forma exclusiva construyendo en la Glorieta de Bilbao unos depósitos subterráneos para almacenarla y poder ofrecer helados a la corte. La nieve era transportada mediante yeguas desde la Sierra de Guadarrama. La costumbre de gastar nieve se hizo popular en la Corte.
Aunque el pueblo pasa alguna carestía durante este periodo, la dieta era equilibrada en los casos de bonanza: el cordero fresco o salado, cocido con guisantes, habas y cebollas eran la alimentación corriente
 De esta época nace el uso de la olla podrida, que se convertiría con el tiempo en el famoso cocido madrileño.
LA ÉPOCA DE FONDAS
Con la caída de la casa real francesa muchos de los cocineros quedan sin profesión y pronto empiezan a abrir mesones y botillerías. Esta situación hace que empiecen a ofrecer servicios a la clase Burguesa emergente.
En esta época aparecen fondas como La Fontana de Oro (ubicada en Caballero de Gracia), La Gran Cruz de Malta, la de San Luis (en la calle Montera) y muchas otras que describe Mesoneros Romanos.
 El pescado no aparece en los platos de la época (con la excepción del bacalao en salazón), ya que los medios de locomoción no eran efectivos. Es por esta razón que en 1739 Manuel de Herrera pide a la Corte camino expedito y permisos especiales para transportar pescado fresco desde los puertos de BermeoCastro UrdialesSantoña y Santander.
Las fondas de la época no ofrecían buenas comidas a los extranjeros y de esto se quejaba ya Mariano Larra. La oferta gastronómica era mala y el servicio pésimo: «un mozo para cada sala y una sala para cada veinte mesas».
 No era costumbre de los madrileños asistir a las fondas a comer a mediados del siglo XVIII. A pesar de ello se mencionan la Fonda de Genieys (sita en la calle Jacometrezo), la Fonda de la Perona, la Fonda de los Dos Amigos y la Botillería de la Canosa (una de las más populares, ubicada en la carrera de los Jerónimos). Caso especial es la Casa Mingo del Paseo de la Florida.
Con la modernidad aparecen algunos de los primeros restaurantes de Madrid, como es el Lhardy, que abre sus puertas en 1839 y empieza a ofrecer comidas al estilo «francés» (anteriormente solo lo hacía la Posada Genieys, favorita de Larra y Espronceda).
 Posteriormente fueron abriendo otros locales similares.
 En 1873 el industrial Matías Lacasa, a la vuelta de un viaje a Viena, decide abrir una panadería en la calle Capellanes para distribuir el pan de Viena (una patente propia), naciendo de esta forma la cadena Viena Capellanes.
En 1906 abre la Casa del Abuelo, lugar típico del centro de Madrid. Es en esta época de finales del XIX cuando proliferan las botillerías en la Cava Baja. Era frecuente en las tascas el cartel que decía: «Las comidas están dentro, por el calor».
 
LA MODERNIDAD
Es de destacar que la Guerra Civil causó un antes y un después en la vida culinaria de la capital. Tras la contienda surge un fenómeno nuevo en las ciudades: las cafeterías, recintos donde se toman los cafés y los aperitivos con mayor celeridad que en los antiguos cafés, en los que era posible estar una hora con un café y una jarra de agua. La primera cafetería en Madrid fue California (situada en la calle de la Salud).
 Es famoso el primer salón de té abierto en Madrid: el Embassy, local con una actividad de espionaje durante la Segunda Guerra Mundial.
 Madrid disponía de dos grandes fábricas de cerveza: por un lado la de Mahou en la calle de Amaniel (1892–1899) y por otro la de El Águila en la calle del General Lacy (1900–1914) 

Ya a mediados del siglo XX, en el año 1939, el empresario Antonio Rodilla abre un establecimiento en una esquina de la plaza del Callao, con la idea es ofrecer a los transeúntes sándwiches. La tienda abre otras sucursales por Madrid, popularizando los sándwiches.
Igualmente lo hace la empresa familiar Ferpal en el centro. Lucio Blázquez inaugura Casa Lucio en 1975, llamado antes el Mesón Segoviano.
 A principios de los 80 empiezan a llegar las principales cadenas de comida rápida y abren en la ciudad diversos restaurantes.
Durante el siglo XX se van instalando, poco a poco, diversos restaurantes de comida internacional. Uno de los primeros restaurantes chinos fue House of Ming, que durante la década de los 60 abrió sus puertas en la Castellana
Hoy día Madrid tiene restaurantes de cocina regional española e internacional para cualquier presupuesto, desde los de alto prestigio a los populares, que ofrecen una envidiable relación calidad/precio en comparación con muchas capitales europeas. Madrid es un destino culinario internacional de primer orden, bien apreciado por el visitante extranjero, cuya única queja es el horario español para las comidas y las cenas, al abrir los restaurantes sus puertas dos o tres horas más tarde de lo acostumbrado en otros países europeos. Sin embargo, presentarse a almorzar a la una de la tarde y a cenar a las nueve suele ser garantía de encontrar mesa libre, ya que los madrileños comen fuera entre las dos y las cuatro de la tarde y cenan más bien a partir de las diez de la noche.